Tengo un amigo poeta, de esos que escriben con goma de neumáticos, que difunden esperanzas con palabras y hechos, y que creen que cualquier refugio vital puede convertirse en un anhelado paraíso. Él me susurra versos, me llama D´Artagnan, como podría decirme Quijote, y yo le escucho. Ahora trabajo un poco más cerca de él, igual que de otros a los que quiero con el alma. En estos contínuos movimientos de peón, tengo la fortuna de arroparme de amistades que me han llenado y me llenan de calor.
Ahora trabajo en Opción3. Todavía no pago por ir pero sé que algunos días tendré que rascarme el bolsillo.
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